Más de dos meses después... me digno a escribir... ¡no tengo vergüenza! Pero es que han pasado tantas cosas y las emociones han sido tan intensas, que de verdad que me "costaba la vida" ponerle palabras a mis sentimientos y vivencias.
Ya sabéis que la última noticia que teníamos es que habíamos recibido comment negativo por parte del mowa... ¡pues no! No era comment negativo, era sencillamente que el mowa había informado al representante de nuestra ecai que los documentos estaban caducados y que si se entregaban los documentos, firmarían el comment (visto bueno).
Al final, después de tantos años en este proceso, pierdes de vista la realidad, te centras tanto en la parte que genera sufrimiento que acabas un poco descontrolada, y eso precisamente es lo que me estaba pasando a mí. Me sentía fuera de control, sin entender nada absolutamente, lo que aun me generaba más desánimo y descontrol...
Pues Bruno, que ya llevaba madurando la idea hacía tiempo, me propuso ir a Etiopía personalmente a llevar nuestros documentos y entregárselos a nuestro representate, tener la oportunidad de "vivir" el proceso más de cerca, pensando que eso nos podría ayudar a serenarnos un poco. Os tengo que decir que fue muy difícil para mi tomar esa decisión, no hacía más que repetirme a mí misma "¿qué pinto yo en Etiopía si no tenemos "nada"?". Esta frase se convertió casi como en un mantra en mi cabeza. Pero Bruno estaba seguro que nos ayudaría a entender "cosas" y a seguir a delante en este proceso, pero sobretodo a tener la oportunidad de conocer en vivo el país (más concretamente la ciudad de Addis Abeba y su gente, su manera de ser,...) de los que esperamos se conviertan en nuestros futuros hijos. Os tengo que decir que me fui llorando de Barcelona porque no quería ir y me vine llorando de Etiopía porque no quería volver.
Hemos pasado las Navidades en Etiopía, aun estoy alucinando, finalicé el año 2016, el más duro de mi vida hasta ahora sin lugar a dudas, y me deperté en el año 2017, el que espero se convierta en el mejor año de mi vida, en Etiopía.
Conocemos Addis como la palma de nuestra mano... jajajaja. Hemos pateado la ciudad, nos hemos intentado integrar entre su gente, hemos ido a tomar "bunna" (café etíope) en el "bar" más apartado, hemos ido a conocer a Luci, nos han "timado" como verdaderos "farenji" (extranjeros) que éramos, nos han perseguido de un bar dudando de si habíamos pagado la cuenta, nos han robado el móvil en Huyahulet, etc. Evidentemente lo primero que hicimos fue ir a caminar a ver si nos topábamos con el MOWA!!! Queríamos ver con nuestros propios ojos ese edificio tan soñado y la verdad es que sin saberlo, nos topamos con él cuando llevábamos media hora caminado. ¡Lo reconocí de seguida! ¡jajajajaja!
El día 31, por casualidad, nos pasó una anécdota para nosostros increíble. Paseando por el Mercato nos topamos con unos españoles regateando en una tienda. Yo, muy directa, me dirigí a ellos y les dije: "¿Aquí regateando?". La cuestión es que entablando conversación eran la directora de una Ecai de España y una familia que se encuentra como nosotros, a la espera de ese visto bueno por parte del Mowa. Nos invitaron a conocer "La casita", lo que se conocía antes como la casa cuna, donde los nenes, cuando salían del orfanato y eran asignados a esa ecai, esperaban a reunirse con sus familias. Esa tarde conocimos "La casita", ¡alucinante es poco!. Fue una tarde súper especial, además de que me encontré con una familia que estaba allí mismo recogiendo a su hijo (Sara y Pepe) y nos unían personas muy queridas por ambas.
Lo más fantástico de este viaje sucedió el día 3 de enero, cuando los conocimos, los tocamos, verificamos que existen, que son de carne y hueso y son los tesoros más alucinantes que se puedan tener. No tengo palabras, ni adecuadas ni suficientes, para describir esas 2 horas. Además de que ponerle palabras no sería justo, porque me quedaría absolutamente corta en mi descripción de lo que significó ese momento. Morí de amor, intenté recordar cada segundo de nuestro momento juntos, pero en el taxi de vuelta lloraba de tristeza porque esos segundos ya no los podía reproducir todos en mi memoria. Prefiero mantener mis recuerdos para nosotros cuatro, además que revivirlos ahora mismo me entristece un poco...
Os dejo unas fotos de la más fantástica ciudad para nosotros. ¡Te echamos de menos, no sabes cuánto!
Prometo no tardar demasiado en escribir la próxima entrada y poneros al día de cómo siguen las cosas...
No imagino el día de ir por fin a buscarlos, de reunirnos por fin con ellos.